sábado, 23 de junio de 2007

La paradoja del estrés

El ser humano actual es el resultado de una cadena de adaptaciones que desde la caverna han propiciado cambios permanentes en su morfología, en su fisiología y en su mentalidad. Se trata de modificaciones que han necesitado millones de años y que son los restos de las luchas del hombre contra su ambiente, siempre hostil y peligroso para su supervivencia. Además, estos cambios están inscritos en el genoma humano, a partir de pequeñas variaciones que en forma de mutaciones van configurando (siempre con un cierto retraso) la adaptación de las ordenes génicas hacia los nuevos individuos, que reciben de sus antecesores, una memoria de la especie, un manual de instrucciones acerca de aquellas estrategias más adaptativas y eficaces, que en parte pueden resultar algo obsoletas a causa de la “basura” que contienen y que nunca son perfectas ni mucho menos fatales.

Recibimos una información que en las sociedades opulentas ya es inservible. Nuestro cuerpo está perfectamente adaptado a las hambrunas, a las catástrofes naturales, al sufrimiento y al cansancio, al frío y al calor extremos, pero estos riesgos ya no forman parte del catálogo de nuestras amenazas ambientales o expectativas de vida. Estamos perfectamente diseñados para resistir los venenos naturales y las enfermedades bacterianas, para imponernos o aliarnos con nuestros enemigos, para negociar, resistir o claudicar, pero estamos muy poco dotados para lidiar con conflictos complejos, para derrotar a los virus o para trabajar ocho horas delante de un ordenador o en una cadena de producción.

Nuestro cuerpo estuvo diseñado para la huida de los depredadores, para cazar y recolectar, para las marchas nomádicas. Parecemos olvidar que el hombre sedentario es un invento demasiado reciente como para que nos hayamos adaptado del todo a las consecuencias de un trabajo, que en realidad, implica muy poco a los músculos y al esqueleto y demasiado al cerebro y al sistema hormonal.

Nuestras cápsulas suprarenales se inventaron para derramar adrenalina (norepinefrina) y cortisona al torrente sanguíneo ante una situación de lucha/huida. Una vez desaparecieron del mapa de futuribles los ataques de predadores, nuestras cápsulas suprarenales nos siguen advirtiendo de los peligros adaptando su funcionalidad hacia los temores que invaden al hombre de hoy, con una pequeña objeción: aunque hemos aprendido a suprimir nuestra agresión y nuestros mecanismos de lucha/huida, no podemos hacer lo mismo con la secreción de la cápsula suprarenal, ella sigue funcionando a su modo, aunque el cerebro se empeñe en disimular y mirar hacia otro lado cuando estamos furiosos o asustados.

Por otra parte hemos aprendido a disociar el sexo de la reproducción y a emplearlo con fines lúdicos. Hemos aprendido a rechazar aquellas partes de nuestra sexualidad que entran en colisión con nuestro deseo y hemos soportado el celibato con estoicismo y la programación de nuestros embarazos y nuestros partos con arreglo a nuestras conveniencias, derivadas de nuestro occidental concepto de la autorealización. Naturalmente esto es muy poco natural porque contradice nuestro esquema genético y nuestras posibilidades de adaptación con respecto a aquel código. Esto es también estrés, pero un estrés que procede de nuestro albedrío, un estrés electivo, del que pocas veces somos conscientes.

Ahora se habla mucho del estrés y en ocasiones es asimilado a una entidad nosológica cualquiera. Como la palabra estrés supone una sobredemanda sobre el cuerpo, siempre me he preguntado por qué en la época actual, donde los hombres viven rodeados de confort, de calefacción y de aire acondicionado, de un exceso de alimentos y de vacaciones pagadas, podemos suponer que tenemos estrés.

Puedo entender perfectamente el estrés de hombre primitivo: siempre pendiente de un ataque, del dolor de muelas ante lo que muy poco se podía hacer, de los dolores y los accidentes del parto, del frío que tuvo que soportar en la época glaciar, de las enfermedades, de los venenos. Incluso puedo hacer un ejercicio de memoria y suponer el estrés de nuestros abuelos, sometidos a condiciones de vida invivibles, a infecciones constantes, a dificultades de hábitat, trabajando una tierra inhóspita y desagradecida para arrancarles los alimentos del día a día. ¿Por qué comenzamos a hablar de estrés precisamente cuando las condiciones de vida han mejorado para casi todos?

La razón más importante que encuentro para contestar esta pregunta es que el estrés no es sólo una sobredemanda que se hace de menos a más, sino también la que va de más a menos. Decir estrés es decir cambio y este cambio puede ser percibido como una ganancia o como una perdida, pero en cualquier caso es siempre una perdida del equilibrio anterior, de la homeostasis.

Esta percepción de ganancia o perdida es lo que delimita precisamente el sentimiento de estar en sobre demanda, que es un sentimiento subjetivo, en ningún caso se trata de una sobre demanda objetiva y mensurable. Toda sobre demanda precisa para ser atendida de un sobre esfuerzo y este sobre esfuerzo es precisamente nuestro concepto actual de estrés.

Esta conceptualización del estrés, sus grados y sus relaciones con las enfermedades, ha sido investigado por muchos autores. Nombraré a Holmes y Rae que investigaron y editaron un inventario de eventos próximos puntuándolos según su capacidad para enfermar a las personas que los sufrían. Así por ejemplo la perdida de un ser querido era puntuada con 100 puntos, dado que 100 de cada 100 personas veían perturbada su salud con este acontecimiento.

Además existe otra razón que mas atrás apuntaba: el estrés actual del hombre moderno se debe, no tanto a sobre demandas de esfuerzo físico, sino a sobre demandas intelectivas, psicológicas y sociales. Ya no necesitamos hacer esfuerzo alguno para calentarnos, para alimentarnos o para guarecernos de la lluvia, pero necesitamos continuamente aprender estrategias para salvaguardar nuestra integridad social o eso que hemos venido en llamar identidad. La complejidad del mundo en que vivimos nos exige aprender cosas nuevas continuamente y a veces a fracasar en esta tarea. Para un adolescente los mensajes de exclusión que le llegan en forma de criticas sobre su cuerpo (sobre todo si proceden de sus iguales) pueden suponer una fuente de estrés, difícilmente objetivable según nuestros conceptos de estrés clásicos. Encontrar amigos que les entiendan o que les liberen del ostracismo social, puede ser para una anoréxica una fuente de sufrimiento similar a la del hombre de la caverna ante una hambruna en una época glaciar o al menos así lo entiende su sistema hormonal. Porque nadie puede sufrir sino por aquello que sufre. O sea, que cualquier sufrimiento, aun aquellos más subjetivos e incomprensibles son similares a cualquier sufrimiento objetivo, a aquellos que nos resultan comprensibles.

Cualquier muerte es siempre algo brutal, extemporáneo, porque nadie puede morir sino de su propia muerte ( Marco Aurelio)

Por si fuera poco también hemos llegado a la conclusión de que el estrés es una enfermedad de la mente, una enfermedad mental olvidando que se trata de un síndrome de adaptación general: no atendemos a las señales que nuestro organismo nos envía desde diversos puntos muy alejados del cerebro. Así no estamos acostumbrados a pensar en términos de estrés hepático o estrés renal, cuando nos alimentamos de azucares o bebemos cerveza en lugar de agua.

Hay que recordar ahora que el exceso de azucares de nuestra alimentación supone un sobre esfuerzo biológico, porque este exceso de azucares debe almacenarse en el hígado a través del glucógeno. Este almacenamiento de glucógeno tiene unos limites que la evolución determinó como óptimos para atravesar circunstancias de déficit. El mayor estrés hepático que los seres humanos actuales soportamos en nuestro hígado, descontando a los medicamentos, es el exceso de azucares de nuestra dieta.

Por otra parte bebemos muy poca agua y cuando lo hacemos es un agua excesivamente mineralizada. Este déficit de aporte hídrico (o de exceso de minerales) supone un sobre esfuerzo renal, más aun si lo combinamos con un exceso de otras bebidas azucaradas o alcohólicas como las colas o la cerveza. Al ser hiponatrémica (tiene menos Na que el agua), la cerveza contribuye a una mayor deshidratación sobrecargando el trabajo renal, del mismo modo que hace la cafeína y el alcohol.

De modo que el estrés no es sólo un fenómeno mental, sino sobre todo un factor de desestabilización externo en todos y cada uno de los aparatos corporales. Pensar que el estrés es una especie de depresión por sobre esfuerzo, es pretender olvidar que en un cuadro depresivo, probablemente, otros sistemas le hayan precedido en la sobrecarga y que sólo su claudicación previa haya propiciado la emergencia ulterior del cuadro mental.

La disociación entre lo mental y lo corporal me parece uno de los errores más impresionantes que la ciencia ha cometido desde que el pensamiento científico se instaló como paradigma de conocimiento del hombre y la naturaleza. A lo largo de numerosos artículos he hecho varias menciones a este hecho de fragmentación dual y quiero ahora dar una regla para corregir esta tendencia en el lector. Imagínese un piano con tres octavas. La octava baja representaría del ombligo hacia abajo, la octava media del cuello hasta el abdomen y la octava más alta del occipucio hasta el cuello.

La melodía sonará en la octava más alta, la armonía o los acordes en la octava media y los bajos en la octava baja. Las tres cadenas suenan al mismo tiempo (o secuencialmente) dotando de sentido y de color a la melodía. Así sucede pues en el organismo humano, la mente canta una melodía que el corazón, el hígado y los pulmones dotan de sentido, mientras los bajos (el esqueleto) sostienen toda la estructura armónica.

Lo más sorprendente de este modelo es que el Do bajo y el Do alto suenan con la misma frecuencia (aunque con distinta longitud de onda), lo que les hace ser al mismo tiempo la misma nota aunque suene en una distinta octava.

Con este concepto vibratorio podemos tener un mejor mapa mental acerca de la unicidad de todo el sistema orgánico que llamamos cuerpo humano. La mente puede enfermar antes o después que el cuerpo pero siempre incluye disonancias en cualquier otro aparato. La mente no es pues más que una distinta forma de organización de la materia, del mismo modo que el Do de una octava baja o el Do de una octava alta.

jueves, 21 de junio de 2007

El clon de Mick Jagger

De las tres decisiones acertadas que he tomado en mi vida sólo les hablaré de una. La tomé hace 25 años ya y fue ir a ver en directo a Rolling Stones en el Vicente Calderón.
Ahora vuelven a Barcelona a hacerse perdonar la espantada del año pasado donde dejaron en "coitus interruptus" a los ciudadanos de Valladolid y del Ejido, si es que Valladolid o el Ejido existen en realidad. Sería por eso que Mick Jagger tuvo una laringitis y se escabulló de sus deberes contractuales. Pero este blog no pretende criticar a estas insensibles y satánicas majestades sino ir un poco más allá.
¿Existen realmente los Rolling Stones? ¿Existe Jagger y Richards? Entiéndase bien la pregunta, lo que quiero saber es si ellos existen del mismo modo en que existimos usted o yo?
¿Que edad tienen, o son atemporales como el vampiro aquel de la entrevista?
A veces me pregunto si son personajes de carne y hueso o un invento de la publicidad o de la CIA como Osama Bin Laden, me refiero al personaje y no tanto al individuo portador de ese cuerpo que como en el caso de Jagger con 64 años aun se contorsiona como una serpiente.
Para mi que murieron hace años y les han sustituido por unos actores que ahora cobran hasta por esnifarse a sus padres como el actor que hace de Richards y que ha asumido perfectamente el papel de cocainómano inmaduro y rebelde que dice representar.
No son cantantes ni músicos sino mitos, por eso se echaron a dormir hace años, los que salen de gira son sus clones.

Atentos a este Start me up, ¿aun creen que son ellos?

Dicen que son ellos en 2006 en Rio, de Janeiro naturalmente.

domingo, 17 de junio de 2007

El efecto Lucifer

En 1971 un psicologo social llamado Philip Zimbardo llevó a cabo en la Universidad de Stanford un estudio sobre el comportamiento humano simulando un encarcelamiento virtual en una prisión ficticia donde eran internados un número de estudiantes voluntarios que se prestaron a esa experiencia merced un sueldo diario. El experimento es conocido como el "experimento Stanford"y del que existe una pelicula llamada "El experimento" que trata de recomponer el ambiente en que se desarrolló la experiencia y una web oficial del propio Zimbardo y de la universidad de Stanford, donde pueden visionarse escenas reales de la misma.
Los internos fueron divididos en dos grupos iguales, unos hacian de carceleros y otros de prisioneros. El propio Zimbardo era el director de esa prisión virtual. Lo importante es recordar que todos los participantes sabian que estaban siendo sometidos a un experiemento psicológico y que podian abandonar la escena en cuanto quisieran, aunque perdiendo el sueldo por los dias de ausencia. El experimento duraría 2 semanas.
Lo que el investigador trataba de probar era si la maldad y el sadismo eran algo intrínseco a la naturaleza de cada cual o si bien se trataba de un subproducto del ambiente, en este caso del poder adquirido por el hecho de ser elegido carcelero. Es usual que ante situaciones como las recientemente vividas en Irak en la carcel de Abu Ghraib los ejércitos defiendan la hipótesis de una mala elección de los guardianes que se extralimitan en sus funciones y que torturan, sojuzgan o humillan gratuitamente a los presos.
El experimento Stanford demostró que con independencia de la elección de la muestra el carcelero tiende a abusar de su poder a pesar de saber que está siendo vigilado y observado y que la victima tiende a someterse evitando en todo momento el quedarse sin sus "premios o prebendas" que casi siempre se distribuyen de forma arbitraria a fin de conseguir un estado de indefensión en los prisioneros. El compañerismo, la dignidad y el gusto por la verdad se disuelven ante la posibilidad de perder una recompensa o arriesgarse al castigo: la delación, la cobardía, al colaboracionismo y el "salvese quien pueda" es la actitud pasiva y vergonzante que cabe esperar en las víctimas.
Ahora el propio Zimbardo vuelve con un libro oficial sobre el asunto, que se llama "El efecto Lucifer: cómo la gente buena se convierte en mala"(en inglés), sus conclusiones son inquietantes, pero más inquietante aun es que Zimbardo a sus 73 años haya tardado tanto tiempo en llevar la experiencia a un texto de caracter divulgativo, pareciera como si el propio Zimbardo no tuviera la conciencia tranquila y no es de extrañar porque él mismo declara que le llegó a coger gusto a ser director de aquella cárcel. Por cierto que el experimento tuvo que ser suspendido por el sadismo de unos, excesivo e intolerable para la organización, la pasividad de otros, prisioneros que llegaron a perder el sentido de la realidad y a pedir una aministía olvidando que estaban allí voluntariamente. Su interés es doble no sólo por los hallazgos de tal experiencia sino porque hoy en dia este tipo de experimentos -en una situación controlada y experimental- serían impensables por sus implicaciones éticas y estamos pues en el umbral de lo permisible. No habrá más experimentos Stanford, al menos propiciados desde la universidad.

Una conclusión: Las simulaciones son reales o evocan respuestas de la realidad.

Otra conclusión: No entrar nunca en el lugar equivocado.

Tercera y última: conservar en situaciones extremas la dignidad, la rebeldia y el gusto por la verdad, los valores de toda la vida y que son al parecer la ultima defensa frente a la ignominia.

jueves, 14 de junio de 2007

La Gran Abstracta

De las artes la musica es la más abstracta y es además el único arte que tiene que ver con el oido, trabaja con sonidos, mientras que el resto de las artes trabajan con algo material: la escultura, la pintura y la arquitectura operan con materiales reales, tangibles, la danza con el cuerpo, la poesia con las palabras, el cine con las imágenes y las palabras.
La música está sola frente a frente con el sonido, lo más alejado de la figuración, lo más próximo al alma. Pues sólo la voz contiene ese intangible que parece destilarse desde una dimensión oculta y desconocida y que a veces se hace materia yacente en un cuerpo, por eso cada persona tiene una voz diferente a la de todos los demás, por eso podemos reconocer a alguien solo por la voz, más allá de la palabra, solo con el timbre, sólo con la cáscara.

¿Es usted la musica? ¿Podria explicarnos qué significa usted?

"Ahora soy sombra, después seré oleaje. Ahora me desprendo del techo, inadvertidamente, como esas arañas que cuelgan en los teatros, ilumino la platea, más tarde me apago y reposo. Construyo planos, refiero olores, propongo aromas que no existen, descifro el laberinto, amaso fortunas e igualo la sensibilidad de los ciegos. Enlato los sabores, distiendo las texturas, ahora sobresalto, más tarde perplejidad y siempre repetición.
Mar o viento, evoco recuerdos y ausencias. Represento pues, algo más que la sucesión del sonido: soy también la referencia acústica de la nada, el silencio. A veces teología y combinatoria. Casi siempre frivolidad sublime. Epica y trascendencia insomne, rabia adosada a la belleza. Exaspero a los melancólicos y acompaño a los aburridos, evoco recuerdos paseándome por las redes de la memoria de donde extraigo casi siempre fotografías en blanco y negro de aquel beso, despedida o escena más o menos banal, pero siempre recordada por subjetiva.
Sólo soy la coartada que buscan los abúlicos y no significo nada"

Oígame aqui en este tema de King crimson, no me pregunte por qué llamé a este tema Lark´s tongues in aspic (Las lenguas de las alondras al aspic) En realidad no se porque le pusimos ese titulo a ese tema instrumental, porque es el nombre de un plato medieval, un manjar de reyes.
Después de oirme entenderá porque soy tan obstinada, fria, cruel. Prometo mucho y no doy nada, ustedes no sabrán nunca qué demonios son las lenguas de las alondras, pero a cambio después de oirme se habrán transformado. Usted no es el mismo después de oirme.


viernes, 8 de junio de 2007

Mirar o pensar

O lo que es lo mismo: ¿Krishnamurti o Freud,? ¿Platón o Aristóteles?, ¿prueba o especulación? . El eterno conflicto del conocimiento humano puede decirse que es un conflicto entre la proyección y la introyección, entre la búsqueda hacia afuera o la búsqueda hacia adentro, entre mirar y pensar.

"El que es mira, el que no es piensa", ese es el punto de vista oriental, el punto de vista occidental seria algo así como "el que controla sabe". De modo que una psicoterapia en clave occidental es una ganancia siempre de control, de control externo y de control interno, siempre es así exceptuando al psicoanálisis que es la versión occidental del zen. El problema y el malentendido es que el psicoanálisis jamás debió institucionalizarse como un tratamiento médico, antes al contrario debió de restringirse al ámbito de una tecnología espiritual y no banalizarse perdiendo el tiempo con enfermos mentales o emocionales donde es irrelevante e ineficaz en la mayoría de los casos. Y lo cierto es que son precisamente ellos, los enfermos los que arrastran un enorme fardo que les impedirá su camino hacia la autotrascendencia pero lo cierto es que el psicoanálisis no ha demostrado ser superior a cualquier forma de ayuda psicoterapeutica como las que hoy en día usamos en la clínica, ni siquiera es superior al Prozac, que resuelve muchos problemas de forma rápida, eficaz y barata. Lo que no se le puede pedir al Prozac es que instruya al individuo en los caminos de la trascendencia, eso sólo se le puede pedir a algunos individuos vocacionales. La gente que va a la consulta no busca autoproyectarse en el cosmos sino librarse de la molestia de la angustia, de la depresión, de la desesperación o del dolor: malos candidatos para un viaje hacia adentro. Como también lo son las personas convencionales, demasiado extrovertidas, demasiado felices en sus conversaciones banales, en sus encuentros de fin de semana, en sus viajes, sus tertulias de coches, toros o fútbol. las personas que carecen de interioridad se vuelcan hacia afuera y es fascinante como disfrutan de la interacción con los demás. Son personas capturadas por la extroversión, por sus propias habilidades sociales que han desarrollado hasta el paroxismo haciendo notar su enorme vacuidad. Por el contrario los introvertidos, no sabemos movernos en sociedad, no sabemos ver las intenciones de los demás, vivimos atrapados por nuestra propia interioridad, una subjetividad insoportable para algunos que sucumben en el intento. Lo cierto es que el pensamiento oriental con todo su prestigio incubado en occidente no ha podido desarrollar en su medio un mejor bienestar para sus ciudadanos. Pareciera como si unos tuvieran la razón y otros las carreteras. ¿A qué se debe esta contradicción?

Konrad Lorenz y Nicolas Tinbergen lo dijeron en el año 1970 (el Nobel se lo dieron en el 72), “si quieren ustedes saber algo de si mismos observen a los gansos, a los pececillos del coral, al cangrejo de Alaska”. Ahí está plegado el secreto de lo humano, no mire usted hacia adentro, no encontrará nada salvo bucles y eternos retrocesos, no entre usted en religiones organizadas, salga del zoológico y entre en el Serengetti, esa es la respuesta, pero hágalo sólo, porque si van más de dos surgirán dificultades del pensamiento, del raciocinio, de la adaptación.

Efectivamente no hay que fiarlo todo al pensamiento, ninguna terapia cura por las ideas, o por el raciocinio, o por el pensamiento, antes al contrario parece que el pensamiento contiene en si mismo un veneno fundamental, el veneno del enredo, del nudo, de la confusión. Es cierto que la propuesta yogui de la epoché es el antídoto para esa confusión, puesto que todo pensamiento es automático y recorre siempre las mismas autopistas, el pensamiento es esterotipado y salta siempre sobre lo conocido puesto que se desarrolla sobre la memoria. Frente al pensamiento cabe una opción: la mirada, la mirada que transforma, saber mirar aquello que nadie vio o que nadie advirtió, eso es creador, único porque no es una repetición, es idiosincrásico. Cada uno ve lo que ve y no puede transmitirse, solo se puede enseñar a mirar.

Pero las personas no llevan en si esta expectativa sino ser más eficaces, más felices, mas ricos, mas guapos o mas inteligentes para poder competir mejor en una selva donde sólo los mejores parece que se salen con la suya, por esa razón los enfermos no van a las clases de Krishnamurti sino a la consulta del psiquiatra y por esa razón los psiquiatras tenemos que lidiar con los problemas de las personas comunes que no saben que en su interior hay una chispa divina y que se conforman con premios de consolación. ¿Pero qué hacer?

K. da una receta para eludir la infelicidad y es el no hacer imágenes, es decir representaciones, en la medida en que lo nuevo, lo presente no está sometido al proceso de representación entonces mi memoria asociativa no se mete en camisas de 11 varas, no importa lo que se haya vivido, lo que importa en levantar la ligazón, eludir el lazo, el binding de los conceptos: no comparar, no medir, no asociar, solo mirar, esa es una clave psicoterapéutica al alcance de pocos, pero a mi me parece que es lo esencial en su enseñanza.

El pensamiento es útil para construir puentes pero en nuestra vida diaria, en nuestra relación con los demás nuestro pensamiento es inútil, además de encontrarse cercado por sus propios condicionamientos. El pensamiento es mentira en tanto que esta vinculado al pasado y el pasado ya no existe.

Ahora bien sin saber algo acerca de nuestro pasado es inevitable el error puesto que la narrativa individual está construida a través del autoengaño. Paradójicamente hay que saber algo acerca de nuestro pasado, aprendiendo a mirar honestamente y buscar la verdad por dolorosa que sea, una vez encontrada esta pequeña verdad doméstica y fundacional procede olvidarse de ella y aprender a mirar sin las ligaduras del pensamiento. Conócete a ti mismo, si, pero una vez conocido lo esencial observa a los demás y no compares, simplemente mira.


martes, 5 de junio de 2007

Genio y locura

Se trata de un mito bien acreditado, ya Aristoteles creia que el hombre de talento podia reconocerse por su extravagante locura. Esta idea de que el creador es una especie distinta al común de los humanos y que tenia conexión directa con la divinidad a través de su daimon, ha sobrevivido hasta hace recietemente poco, es decir hasta que los psiquiatras hemos podido observar si en los creadores prevalece la condición de la locura, la hipótesis se ha sometido al escrutinio de la ciencia y no ha resistido las evidencias. La supuesta melancolía de Schumann, el trastorno bipolar de Sócrates o de Van Gogh, la esquizofrenia de Holderlin, al alcoholismo de Allan Poe, la sífilis de Goya, etc, ¿son condición para el talento o son más bien una remora?.
En "Mente y cerebro" acaba de aparecer un articulo de Brian Levine un psiconeurologo de la Universidad de Toronto donde explora el caso concreto de Brian Wilson, el lider de Beach Boys. Al parecer Brian Wilson era un genio precoz de la música cuyas capacidades de creación reconstruian la manera de proceder del cerebro, Wilson no componia un tema como un todo y después lo deframentaba sino que operaba al revés, de abajo arriba, los que le conocieron cuando estaba activo -durante la decada de 60 y 70- y trabajaron con él anotaron que traia al estudio de grabación los instrumentos defragmentados, voz por voz, todo estaba perfectamente grabado en su cerebro, asi Wilson podia grabar una voz en un estudio, y un instrumento en otro y luego mezclarlos en otro bien distinto. Su capacidad deconstructiva quedo rota por una enfermedad mental mal diagnosticada y peor tratada que le llevó hacia una cascada de internamientos y de procesos degenrativos que le mantuvieron durante años en el dique seco de la creación.
Wilson es pues un buen ejemplo que desmitifica las relaciones entre talento y enfermedad mental. ¿Dónde hubiera llegado sin ese trastorno esquizoafectivo que al parecer padeció?
En este video aparece en 1976 cantado "Good vibrations" una joya de la musica pop, sobre todo por los arreglos vocales , los nuevos sonidos y la orquestación. Hasta los Beatles le mostraron su devoción y reconocieron que Wilson fue un precursor de su "Sgt Peppers lonely hearts club band".






Cosas como ésta tambien pertenecen a su firma, este "California dreamin" más conocido por su versión de Mama´s and the papa´s. Aqui están en Monterrey, parece que fue ayer, pero son ya 40 años.

viernes, 1 de junio de 2007

El sargento pimienta


Hoy hace cuarenta años que nació el sargento Pimienta, una de las obras maestras del pop y sin duda la obra que marcó el inicio de eso que ha venido en llamarse "Psicodelia y arte pop".
Dicen los entendidos que el "Sargento Pimienta" tuvo un antecesor: el disco de Beach Boys, titulado "Pet sounds" al que los Beatles reconocieron su legado.
Pero yo personalmente creo que el "Sargento pimienta" es la obra cumbre del pop, la obra cumbre de la modernidad. He elegido este video de "She´s leaving home" como homenaje por su cumpleaños. Era una época entoces en que ellas efectivamente se iban de casa para no volver, no como ahora que se apalancan hasta la menopausia. Claro que ellos, los de entonces tampoco eran como los de hoy, esos adolescentes eternos de afecto aplanado y servicio sexual gratuito. Ellos, los de hoy no saben que fueron sus padres, esos "carrozas" los que les aplanaron no el cáracter, sino el camino y que desde entonces la policia no llama a media noche para llevarlos a la comisaría.
Nosotros hicimos la revolución sexual, nosotros nos fuimos de casa.
¿Ya no quedan ideales que cumplir?.
¡Esos carrozas!


Editoriales

Mito, narrativa y salud mental